Monday, September 5, 2011

#148

Hay cosas del universo que nunca sabremos ni que pasaron. Esto lo dijo Carl Sagan, os lo juro. Y me viene bien porque la idea es jodidamente buena. Es un tío, un tartamudo, un teclado estropeado que se le encasquillan las letras, algún cable del cerebro le hace chispa. Bueno ya sabéis esa desesperación que producen, esa ansiedad de oírlos, como antes de chutar un penalti.

El tema raro es puramente físico. El tío es único, la naturaleza saco 100 en los dados. Cuando tartamudea, lo hace a una frecuencia única. El “que-que-que” es una puta onda armónica de resonancia. Joder el puto puente de Tacoma en miniatura. Las ondas se suman a cada “que” ganando energía. Pero el cabrón no demuele muros, eso es una locura, la energía de la voz es casi baladí. Solo que altera algo en el cerebro de los que le oyen, una tontería de nada, una neurona que se bambolea ebria por la onda, no sabe muy bien donde va. Joder que cuando lo oyes solo puedas pensar en correrte en su pecho muy fuerte, muy impetuosamente, llenarle los pectorales de líquido seminal. Te sientes incomodísimo con esa idea, nadie le aguanta mucho la conversación, y el tío cree que es por el tartamudeo, pobre iluso. Dios le ha contado un chiste que nunca entenderá.

PD: Además esa resonancia ahuyenta a los mosquitos, pero como no habla cuando duerme no le vale de nada. Doble chiste. Dios 2, tartamudo 0.

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