Como cada año, rodeado de la pompa y el mystique habitual, se celebra, puntual a su cita, el campeonato de respiración elegante donde se reúnen las mejores narices de todo el mundo. Para ganar este prestigioso torneo no basta con aspirar y expirar, no es solo un juego con el aire, sino que se valora todo un conjunto de factores que hacen que lo que para unos es un acto reflejo, para otros es todo un arte.
Por un lado se valora la inhalación. Una inhalación prolongada, sin silbidos ni ronquidos, y siempre acompañada de unos gestos que acompañan al aire absorbido seguro que obtiene una buena puntuación. El respirador debe manifestar una sensación de plenitud con los ojos muy abiertos, aparentar que esa bocanada de aire está llegando a cada alveolo pulmonar. La exhalación en cambio debe ser pausada y reflejar sosiego en el semblante del sujeto, como si todo lo malo que hubiese en el cuerpo saliese con el gas. Se penalizan resoplidos, resuellos y bufidos.
Unos científicos se encargan de medir la parte más cuantitativa de la respiración. Miden el volumen de la transacción de aire y el consumo de oxígeno. Como manda la tradición, un volumen excesivo de fluido aéreo será considerado vulgar, así como un consumo alto de oxígeno mostrará desconsideración con tus semejantes y da imagen de contaminador, así que cuidado con eso. El vicks vaporub es considerado dopante.
Al final ha ganado este hijoputa. El cabrón ha jugado al espectáculo. Toda la mierda de antes ha dado igual, los jueces han valorado el contorsionismo, se han quedado en el impacto visual.
Malditos jueces frívolos... yo me quedo con lo de "expirar" en vez de "espirar". Que haya que echar aire hasta morir, pero hacerlo con elegancia, es un certamen de morir con estilo, el canto del cisne llevado a una categoría de competición.
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